domingo, 28 de julio de 2013

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ADIVINANZAS



   Tengo nombre de animal,
cuando la rueda se pincha
me tienes que utilizar.
La solución es: El gato



Todos me quieren para descansar
¡¡si ya te lo he dicho!!
no pienses más.
La solución es: La silla


Soy ave y soy llana,
pero no tengo pico ni alas.

La solución es: La avellana


Me gustaría ser tigre pero no tengo su altura,
cuando escuches un “miau” lo adivinaras sin duda
La solución es: El gato

ADIVINANZAS

En el campo me crié
atada con verdes lazos,
y si lloras por mi,
me estas partiendo en pedazos.
Si soy joven, joven quedo.
Si soy viejo, viejo quedo
Tengo boca y no te hablo,
Tengo ojos y no te veo.

Cuantas manos le dio el mar                            
a este extraño pasajero
que lo quieren contratar                                 
para que juegue de arquero
¿quién es?
Sin tener alas yo vuelo.
Tengo cola y no soy ave,
y como usted muy bien sabe,
sin viento me voy al suelo.
Tengo duro el corazón
pulpa blanca y
liquido en mi interior

LA ESTRELLA DIMINUTA

Había una vez  en una galaxia muy lejana, una pequeña y simpática estrellita, a la que encantaba descubrir el mundo que la rodeaba. Un buen día, a pesar de las advertencias de sus padres, decidió salir a explorar por su cuenta, ese precioso planeta de color azul que veía desde su morada. Tan emocionada estaba por su visión, que no tomó ninguna referencia para volver a casa.
                                                            
Resignada a su suerte, decidió inspeccionar detenidamente el planeta e intentar disfrutar todo lo posible de su aventura. Allí, dado su gran brillo, todos la tomaron por una extraña luciérnaga, a la que deseaban atrapar. Volando todo lo rápido que pudo, se encontró con una gran sábana,  tras la que se ocultó. Al ver que la sábana se movía sola, la gente creyó que se trataba de un fantasma, huyendo del lugar. Tan divertida escena, sirvió a la estrella para olvidarse que estaba perdida y divertirse de lo lindo.

Una diversión, que se terminó, cuando fue a visitar al dragón de la montaña e intento asustarle con su disfraz. Lo que no sabía, es que el dragón no le tenía miedo a nada y que su osadía, la iba a llevar a las llamas que salían de la boca del animal.

Pasado este mal trago, dio con la solución para conseguir encontrar el camino de vuelta: cuando llego la noche, se subió en una gran piedra y comenzó a lanzar señales luminosas al cielo. Tras un rato intentándolo, sus padres descubrieron su familiar brillo y la ayudaron a volver a casa.